PERCEPCIÓN ESPIRITUAL


Se nos dice que los hombres de la Tercera Raza–Raíz poseyeron un Tercer ojo físico, hasta cerca del período medio de la tercera SUB-raza de la Cuarta Raza–Raíz, cuando la consolidación y perfeccionamiento del organismo humano fue causa de que desapareciera de la anatomía externa del hombre. Sin embargo, psíquica y espiritualmente, su percepción mental y visual duró hasta cerca de la terminación de la Cuarta Raza, cuando sus funciones, debido a la condición material y depravada de la humanidad, se extinguieron totalmente. Esto fue anterior a la sumersión de la masa del Continente Atlante.

La Doctrina Secreta, OE ii 306
(Tomo 3 Estancia X, p. 341 de la versión digital en español)

 La antigua atrofia del tercer ojo, junto con la posibilidad de que vuelva a despertar, forma parte de las enseñanzas de Gupta Vidya. La naturaleza escurridiza de ese ojo está velada en muchos mitos y leyendas sobre la infancia idílica de la humanidad y su inocencia paradisíaca. Este elíseo olvidado y perdido no era un santuario protegido, sino un estado de conciencia omnipresente. Dentro de un triple esquema de evolución humana, que comprendía modos de desarrollo espiritual, intelectual y fisiológico, toda la humanidad, en los albores de la evolución, disfrutó de un anticipo de la gloriosa plenitud del potencial humano, que se desplegaría hacia el final de la Séptima Ronda. Durante los enormes ciclos de la evolución humana en la tierra, ha habido una alternancia de períodos más largos y más cortos de relativo oscurecimiento de las facultades espirituales de la humanidad. Algunas de estas fases se intensificaron por los errores humanos y las tragedias evitables. Estas se convirtieron en factores superpuestos en ciclos sucesivos de oscuridad y claridad en las vestiduras humanas, resultantes de las fuerzas centrífugas y centrípetas de la evolución. La condición y constitución actual de las vestimentas humanas, en cualquier época, es el producto de causas complejas.

 La sabiduría madura requiere un fuerte sentido de responsabilidad moral por las consecuencias colectivas de la conducta pasada, así como una cooperación activa con los ciclos inexorables de la naturaleza. Estos incluyen el conocido ciclo de nacimiento y muerte; la lenta sucesión de las Edades de Oro, Plata, Bronce y Hierro; el surgimiento y desaparición de los continentes y, también, la miríada de vicisitudes en la alteración y refinamiento de las vestimentas humanas. El despertar original, la atrofia posterior y la recuperación futura del tercer ojo es una saga moral que ilustra el entrelazamiento de la necesidad cíclica y la responsabilidad moral. Incluso, a los estudiantes concienzudos de Gupta Vidya les resulta muy difícil conservar un equilibrio adecuado en relación con el conmovedor tema de la atrofia del tercer ojo. Es perturbador pensar que la gran mayoría de los seres humanos se encuentra espiritualmente deteriorada por las terribles consecuencias del flagrante mal uso de las facultades superiores durante las razas anteriores. La incapacidad inherente de la mayoría de la gente, incluso para considerar el tercer ojo oculto como el órgano activo de la visión espiritual, es la herencia kármica de toda la humanidad. Y, sin embargo, la necesidad de despertar el poder latente de la visión espiritual plantea un reto profundo e ineludible a todos los aspirantes en el camino de la iluminación espiritual. Debemos preguntarnos qué fue natural y qué no fue natural en la evolución temprana y la eventual petrificación del tercer ojo.

 Los mitos, las leyendas y el folclore indican que, en períodos arcaicos de la prehistoria, los seres humanos eran de estatura gigantesca y poseían un ojo ciclópeo situado en la frente. La Gupta Vidya asigna estas épocas lejanas a la Tercera y a los principios de la Cuarta Raza. Según la sabiduría arcana, la ubicación de este ojo en la frente es una licencia poética: el verdadero lugar estaba en la parte posterior de la cabeza. Lo que ahora llamamos el tercer ojo era entonces el órgano dominante de la visión. Para comprender esto, hay que apreciar la primacía de las vestiduras astrales e interiores en relación con los órganos de acción y las facultades sensoriales del cuerpo físico.

 La Ciencia Oculta presenta a la Primera Raza como espiritual al interior y etérea al exterior; a la Segunda, mentalmente psíquico–espiritual, y corporalmente etéreo–física; a la Tercera, privada aún de inteligencia en su principio, es astrofísica en su cuerpo, y vive una vida interna, en la cual el elemento psíquico–espiritual no está en modo alguno influido todavía por los sentidos fisiológicos apenas nacientes. Sus dos ojos frontales miraban ante ellos sin ver el pasado y el futuro. Pero el tercer ojo “abarca la ETERNIDAD”.

La Doctrina Secreta, OE ii 298-299
(Tomo 3 Estancia X, p. 333 de la versión digital en español)

 En tanto órgano, el ojo ciclópeo pertenece a las vestimentas más sutiles que preceden a la aparición de la forma física con sus órganos familiares. El cuerpo físico, junto con su compleja y delicada estructura fisiológica, constituye un abrigo de piel que evolucionó desde dentro hacia fuera, envolviendo la vestidura astral. Este desarrollo tuvo lugar en el punto de la evolución cíclica en donde se produjo la máxima participación del Espíritu en la materia, correlativa a la máxima diferenciación de la sustancia objetiva. La completa participación de las almas humanas en la materia física tuvo lugar, en forma simultánea, con la infusión del rayo manásico autoconsciente en un conjunto de vestiduras humanas en desarrollo. Una vez que Manas fue despertado, el tercer ojo - que en realidad es el primer ojo - sirvió como órgano de la vista espiritual, sin ser obstaculizado en su actividad por la naciente vestimenta fisiológica. Su espejo en el cuerpo físico es la glándula pineal, identificada intuitivamente por Descartes como la sede del alma. En el reino animal, cuyas vestiduras se formaron a partir de los residuos de la evolución humana, una estructura fisiológica similar sirvió de órgano de la visión.

 Por lo tanto, al paso que el ojo ‘ciclópeo’ era y es aún en el hombre el órgano de la visión espiritual, en el animal fue el de la visión objetiva; y este ojo, habiendo cumplido su misión, fue reemplazado en el curso de la evolución física de lo simple a lo complejo, por dos ojos, y de este modo fue puesto a un lado y conservado por la naturaleza para, posterior uso en futuros eones. Esto explica por qué la Glándula Pineal alcanzó su mayor desarrollo proporcionalmente al menor desenvolvimiento físico. En los vertebrados es en donde es más prominente y objetivo, mientras que en el hombre se encuentra cuidadosamente oculto e inaccesible, excepto para el anatomista.

La Doctrina Secreta, OE ii 299-300
(Tomo 3 Estancia X, p. 334 de la versión digital en español)

 Estos desarrollos, que abarcan millones de años y vastos ciclos de evolución racial, forman parte de lo que puede llamarse el programa de la naturaleza. Estos acontecimientos marcaron la intersección trascendental de la actividad de los Barhishad o Pitris Lunares y de los Agnishwatha o Pitris Solares. Estos dos grupos de ancestros dotaron a la humanidad de sus vestiduras materiales, diferenciadas en varios planos, y de sus principios espirituales internos, especialmente el Manas o inteligencia moral autoconsciente, respectivamente. El ejercicio natural de la visión espiritual guiada por la inteligencia autoconsciente constituyó la base de la Edad de Oro en los albores de la humanidad. Cuando la inevitable marea de la evolución fisiológica hizo retroceder gradualmente el ojo ciclópeo, los seres humanos experimentaron una dolorosa sensación de pérdida. Con una dependencia mucho mayor de los dos ojos frontales durante los primeros tiempos de la Cuarta Raza o civilización atlante, hubo intentos fisiológicos desesperados por recuperar lo que se había perdido. Muchos atlantes no pudieron comprender que su pérdida tenía que ver con la conciencia y con la forma; se preocuparon enormemente por las formas y lo externo, y con ello provocaron una disminución del poder y el alcance de la propia conciencia en su nivel más autónomo. Ninguno de los repetidos esfuerzos por manipular los órganos fisiológicos o crear sustitutos por cualquier medio pudo acelerar o despertar la función espiritual del tercer ojo. Los atlantes se involucraron cada vez más en algo fundamentalmente antinatural que solo podía producir una concretización consolidada de la conciencia. Finalmente, aparte de la pérdida del tercer ojo en el organismo físico, se produjo un oscurecimiento de la percepción espiritual asociada al tercer ojo. Esto se convirtió en una tremenda desventaja para la evolución humana.

 No era necesario entonces, ni lo es ahora, que todos los seres humanos permanecieran espiritualmente ciegos, independientemente de la evolución fisiológica o de la atrofia generalizada de la glándula pineal. El despertar deliberado de la visión espiritual forma parte de la exigente disciplina de la iniciación en los Misterios. Este entrenamiento preparatorio se basa tanto en una comprensión verdaderamente filosófica de la naturaleza humana y de la encarnación, como en un desarrollo ético y psicológico sistemático que excluye los atajos y las ayudas circunstanciales. Los Mahatmas y los Iniciados que han guiado y custodiado el progreso espiritual de la humanidad durante más de dieciocho millones de años han hecho continuamente accesible el camino consagrado que conduce a la iluminación interior. Los Comentarios a las Estancias de Dzyan transmiten la necesidad de la pureza magnética y la orientación adecuada:

 En aquellos primitivos tiempos de los machos–hembras (hermafroditas), había criaturas humanas con cuatro brazos; con una cabeza, pero con tres ojos. Podían ver, por delante y por detrás. Un KALPA más tarde (después de la separación de los sexos) habiendo caído los hombres en la materia, su visión espiritual se nubló; y, a la par, el tercer ojo principió a perder su poder… Cuando la Cuarta (Raza) llegó a la mitad de su carrera, la Visión Interna tuvo que ser despertada y adquirida por estimulantes artificiales, cuyo procedimiento conocían los antiguos Sabios... Del mismo modo el tercer ojo, PETRIFICÁNDOSE gradualmente pronto desapareció. Los de dos caras se convirtieron en los de una cara, y el ojo se hundió profundamente en la cabeza y se halla, ahora enterrado bajo el cabello. Durante la actividad del hombre Interno (durante el trance y la visión espiritual) el ojo se hincha y se dilata. El Arhat lo ve y lo siente, y por consecuencia regula su acción… El Lanú puro (Discípulo, Chela) no debe temer peligro alguna; el que no se conserva puro (que no es casto) no recibirá ayuda del “Ojo Deva”.

La Doctrina Secreta, OE ii 294-295
(Tomo 3 Estancia X, p. 328 de la versión digital en español)

 Durante el descenso del Espíritu a la materia, los procesos espirituales y fisiológicos están coordinados de forma rigurosa. Por ejemplo, si hay una pérdida en el poder interno de ver, el órgano de la vista también se debilita proporcionalmente. Esto es igualmente cierto para todas las facultades humanas y sus centros físicos. Varios órganos atrofiados sobreviven en la constitución humana, y estos apenas son comprendidos por la fisiología o la medicina contemporáneas; son prácticamente irrelevantes para la gran mayoría de los seres humanos. Los sabios de antaño sabían que las disciplinas que pueden ayudar verdaderamente a despertar la visión interior son radicalmente diferentes de los estímulos artificiales que se buscaban ávidamente durante la última época atlante. Sin embargo, el atractivo de estos pobres sustitutos señala la omnipresencia e inevitabilidad del eclipse de los sentidos internos por los sentidos externos desarrolladas en exceso. La mayoría de los seres humanos compartieron esta herencia psicofísica causada por el flagrante abuso de las facultades y poderes durante el período atlante.

 Si hay un desarrollo excesivo de los ojos fisiológicos a expensas del tercer ojo durante una fase particular de la evolución y si todos los seres humanos son partícipes involuntarios de este proceso, a medida que se alcanzan fases posteriores de la evolución, los seres humanos podrían despertar destellos de esa percepción interior original. A medida que el equilibrio de la evolución pasa de la fase de involución del Espíritu en la materia a la evolución del Espíritu fuera de la materia, se produce el correspondiente aligeramiento de las vestiduras y la aceleración de los órganos velados de la visión interior. Los seres humanos podrían tener destellos de percepción, aunque no pudieran recuperar esa percepción por completo y, mucho menos, de forma rápida. En la meditación podrían experimentar una cierta expansión y ensanchamiento, una agitación o calentamiento, relacionados con la intensidad de la actividad de la glándula pineal. No se puede asignar ninguna función fisiológica conocida a la glándula pineal y, por mucho que los médicos estudien el cuerpo humano, nunca descubrirán su verdadera importancia en el transcurso de la vida. Algunos reconocen que la glándula pineal regula indirectamente las glándulas productoras de hormonas, y ahora se sabe que en los animales es sensible a la luz. De hecho, los seres humanos pueden, durante la contemplación profunda o durante algunos estados de trance extático, tener destellos de la expansión y contracción que afectan tanto a la glándula pineal como a la hipófisis. Estos, a su vez, afectan su percepción de las imágenes y los sonidos. Aunque hubo un elemento ineludible en la pérdida de su función original, el tercer ojo en sí no se perdió del todo; todavía está latente y permanece intacto en las vestiduras sutiles. El problema para la humanidad actual es lograr la adecuada coordinación entre el funcionamiento del tercer ojo en las vestiduras sutiles y el cuerpo físico, con sus dos ojos y el órgano pineal atrofiado.

 Si el velo natural de la visión espiritual a través del desarrollo desmesurado de la vestimenta fisiológica fuera toda la historia, entonces la humanidad no tendría recuerdos melancólicos de la Edad de Oro, ni una propensión tan fuerte hacia la melancolía y la fatalidad, la externalización y el salvacionismo. De hecho, el persistente dominio de teologías enteras basadas en la culpa y el pecado en este punto concreto de la evolución humana es, en sí mismo, indicativo de la pérfida historia moral relacionada con la pérdida del tercer ojo. Por mucho que las teorías contrastadas sobre la culpa y el pecado pretendan dar cuenta de la situación humana actual, solo pueden ganar credibilidad a través de las vulnerabilidades de la psique humana. Estas giran en torno a un mórbido sentido del fracaso, la pretensión y el orgullo, que son el resultado antinatural del mal uso de los poderes espirituales en el pasado. Los seres humanos pueden identificar el mal con la violencia y la separatividad, con todo lo que es inimitable, y surge de la ceguera y la codicia, la estupidez y el autoengaño. Sin embargo, todo esto representa efectos secundarios. En el nivel causal, el mal pertenece al perverso mal uso de los dones espirituales más elevados. Este mal uso indujo a las religiones a caer en el sacerdocio y a perder el contacto con los Misterios. El mal espiritual hizo que los seres humanos, que tienen poderes extraordinarios innatos como Kriyashakti e Itchashakti, los perdieran todos. El mal espiritual y el mal uso deliberado fueron una violación del programa evolutivo de la naturaleza.

 Cuando la espiritualidad y todos los poderes y atributos divinos del Hombre–Deva de la Tercera Raza se hicieron servidores de las pasiones fisiológicas y psíquicas, que acababan de despertarse en el hombre físico, en lugar de ser lo contrario, el Ojo perdió sus poderes. Pero tal era la ley de la evolución, y en estricta verdad, no fue una CAÍDA. El pecado no consistió en usar de los nuevos poderes desarrollados, sino en usarlos mal; en hacer del tabernáculo, destinado a contener un Dios, el templo de todas las iniquidades espirituales.

La Doctrina Secreta, OE ii 302
(Tomo 3 Estancia X, p. 336 de la versión digital en español)

 Las consecuencias nocivas de esta profanación no pueden atribuirse a la lógica del descenso del Espíritu a la materia. Son el terrible karma de aquellos que, lejos de limitarse a esclavizarse por el deseo egoísta y la indulgencia sensorial, se convirtieron de hecho en expertos en la traición, la blasfemia, la profanación y la traición de lo sagrado, especialmente en el sacrificio del bienestar de los demás en aras del propio. Esto no tiene nada que ver con ninguna debilidad pasajera debida a un oscurecimiento natural de las facultades. Sean cuales sean los males de los que pueda ser heredera la carne mortal, el cuerpo físico no es la fuente de la iniquidad espiritual. Como indicó H.P. Blavatsky,

 . . . el lector que se sienta perplejo ante el empleo del término iniquidad “espiritual” en lugar de “física”, debe tener presente que no puede haber iniquidad física. El cuerpo es simplemente el órgano irresponsable, el instrumento, no del hombre psíquico, sino del espiritual. Y en el caso de los Atlantes, el Ser Espiritual fue precisamente el que pecó, porque el Elemento Espíritu era todavía, en aquellos tiempos, el principio “Director” del hombre. Así, pues, en aquellos días fue cuando el Karma más pesado de la Quinta Raza se generó por nuestras Mónadas.

La Doctrina Secreta, OE ii 302
(Tomo 3 Estancia X, p. 337 de la versión digital en español)

 Hay que contemplar con calma cómo surgió este pecado espiritual y cómo engendró una enorme crueldad y un egoísmo extremo, así como una abrumadora obsesión por el dominio externo y una resistencia profundamente arraigada a admitir cualquier falta, reconocer cualquier responsabilidad o enmendar cualquier cosa. A través del abuso perverso de los poderes más elevados que se les confiaron, un gran número de almas enfermas quedaron atrapadas en una condición trágica en la que no pudieron ni quisieron aceptar su propio karma y fueron prácticamente incapaces de encontrar o, incluso, buscar su lugar adecuado en el orden moral del cosmos y de la sociedad. Debido a esta perversión enfermiza y a la inversión compulsiva, se produjo una espantosa corrupción de la conciencia, que no puede ser remediada repentinamente en algún punto futuro de la evolución, incluso cuando la interconexión entre los centros sutiles y los órganos fisiológicos sea alterada radicalmente. De hecho, es imperativo que los corruptos espirituales comiencen ahora a revertir el karma del mal uso del pasado, si quieren volver a despertar la visión espiritual y continuar participando en la evolución humana autoconsciente en las razas futuras.

 Ciertamente, sería de gran ayuda buscar y demostrar verdadera humildad en medio de la compañía de almas más fuertes cuyo karma no esté contaminado por la ingratitud y la perfidia en vidas anteriores. Es siempre beneficioso para todos admirar y emular la libertad de un sentido de separatividad siempre que uno lo vea en otros. Esto es, en todo momento, preferible al contagio del egoísmo abyecto, la ingratitud descarnada, el rencor y la envidia. Cualquiera puede intentar hacer realidad para sí mismo la bondad, la pureza y la inocencia espirituales latentes que uno puede volver a re-conocer en los demás que le rodean. La auténtica admiración y emulación pueden ser poderosos purificadores para cualquier ser humano y, más aún, para aquellos que entran en la órbita magnética de un Maestro espiritual. Pueden hacer que uno se ponga en contacto más estrecho con su propia herencia espiritual de la Tercera Raza, que incluso ahora se recapitula en la infancia y la niñez. No obstante, hay que enfrentarse a las causas fundamentales de la ceguera espiritual y moral. Hasta que no se enfrenten, es imposible el adecuado despertar de la visión espiritual. Esto trae a colación la cuestión última de acomodar auténticamente la idea de la compasión y la iluminación universales.

 ¿Se puede desarrollar una autotrascendencia suficiente y una preocupación tan profunda por el bienestar espiritual de todas las almas humanas, de manera que se revolucione toda la concepción del deseo? Cuando esto es posible, uno puede ser tan creativo y estar tan impregnado de compasión universal que simplemente no tiene ningún anhelo y, mucho menos, una necesidad compulsiva de considerar a cualquier otro ser humano como un mero objeto para su propia gratificación sensual. Hay un cambio radical en el propio nivel de conciencia, y esto tiene un efecto decisivo tanto para el tropismo como para la textura de los elementos y átomos de vida en las vestiduras sutiles y en el cuerpo físico. El flujo de energía dentro de la médula espinal se transforma y afecta a la interacción entre la glándula pineal y el cuerpo pituitario, junto con bulbo raquídeo y los múltiples centros del cerebro.

 Solo si se aprecia la necesidad de estas transformaciones fundamentales en la naturaleza humana, se puede reconocer que la lógica esencial de la evolución humana no preveía tales daños a la visión espiritual. Comprender esto es estar dispuesto a emprender un examen de los propios motivos, de los propios potenciales, de las propias capacidades y de los impedimentos que obstruyen la propia conciencia. A través de las tapas y la meditación diaria, uno puede apreciar la viabilidad de aumentar la continuidad de la conciencia entre la vigilia y el sueño, entre la vida y la muerte, lo que tiende un puente sobre todos los pares de opuestos y trasciende la sucesión del tiempo. Uno puede, entonces, llegar a comprender que el tercer ojo se ha retirado del exterior hacia el interior porque una fase anterior de la lógica de la evolución lo expulsó del interior hacia el exterior. El repliegue hacia el interior del órgano del tercer ojo corresponde a un mayor repliegue de la conciencia de la concretización, lo cual es realmente crucial en la fase actual de crecimiento y maduración humana. La concretización de la conciencia no se refiere únicamente a la cantidad de estímulos en el plano físico o sensorial; también tiene lugar a través de los conceptos limitantes y la osificación mental, a través del anhelo de certidumbre, a través del juicio severo y la adicción a la autocompasión e, incluso, al nihilismo. La incapacidad de restaurar la fluidez de la ideación sobre las abstracciones metafísicas, las ideas espirituales y los ideales morales es la triste consecuencia de la concretización y la externalización.

 Cualquiera que sea la corrupción de la conciencia que se produjo originalmente, se ha agravado muchas veces a través de repetidos fracasos de llegar a un acuerdo con la propensión a prolongar la iniquidad espiritual y acelerar la autodestrucción. Esto no puede ser corregido de forma instantánea, e imaginar lo contrario es solo un síntoma del problema básico. Hay que decidirse a intentarlo, a tratar y a volver a intentarlo. Para fortalecer esta resolución, los Maestros de Gupta Vidya han tratado de compartir porciones relevantes del conocimiento arcano sobre la historia de la Tercera y Cuarta Razas Raíces. Cierta comprensión de la evolución pasada es esencial, si uno busca captar la lógica y el significado del auto-entrenamiento y el auto-análisis sistemáticos. Para reincorporarse al movimiento de avance de la humanidad, hay que comprender que todos los seres humanos son dioses caídos, desheredados de su estado divino por la pérdida del ojo de la sabiduría. Como resultado, se han vuelto casi exclusivamente dependientes de la percepción sensorial. Y, sin embargo, el alcance real de los órganos sensoriales físicos se ha ido estrechando con el tiempo. Dado que la energía de la vida espiritual es independiente de la forma física y de la materia, cuanto más se preocupe uno por la forma física y por las percepciones sensoriales, más se aleja de la verdadera fuente de fuerza, volición y autodirección.

 Cuando los individuos se enfrentan inicialmente a este problema, corren el riesgo de enredarse en lo que podría llamarse un meta-problema. El contacto con las enseñanzas de Gupta Vidya y la lectura sobre las primeras razas de la humanidad, el karma de la Atlántida y la pérdida del tercer ojo liberan fuerzas latentes en la propia naturaleza. Los procesos que originalmente lo retuvieron a uno pueden repetirse en la aprehensión y uso de la sabiduría arcana. Si la lealtad básica del individuo es hacia el mundo y hacia su propia imagen en el plano personal, entonces cualquier voto y resolución que adopte solo puede operar y tener fuerza en ese plano. Uno puede mantener una fachada santurrona que recuerda a la religión hipócrita y a las fachadas de los monjes; se puede, incluso, llegar a ocultar la persistente actuación de uno mismo durante mucho tiempo. Inevitablemente, llega el momento en que uno retrocede ante la farsa con autodesprecio y una mezcla de indignación y desesperación. Esta es una condición trágica y lamentable para cualquier alma humana. Hay que afrontar con frialdad el peligro de quedar atrapado en este meta-problema, ya que el restablecimiento de la visión espiritual no puede producirse sin desencadenar las mismas tendencias que originalmente condujeron a la ceguera espiritual.

 Típicamente, este problema se manifiesta en una actitud de apego hacia las enseñanzas de Gupta Vidya. En lugar de ponerse en la posición de un aspirante muy despierto, que absorbe por ósmosis y asimila tranquilamente las enseñanzas, para aplicarlas a los deberes y encuentros cotidianos, uno se vuelve adicto al exceso de análisis y a los juicios de valor. A través del contacto continuo con las enseñanzas, se produce una poderosa aceleración de las energías disponibles para la inquieta mente inferior y el consiguiente riesgo de que estas energías sean apropiadas por el yo ahankárico y posesivo. Cuando el individuo recibe más alimento espiritual del que es capaz de asimilar en un plano superior, entonces kama manas se vuelve hiperactivo, destructivo y rudo. Fascinado por sus propias debilidades y defectos, busca incesantemente las vulnerabilidades de los demás e incluso se vuelve hábil en las racionalizaciones autocomplacientes y en las interminables excusas. Como resultado, surge un poderoso bloqueo para la liberación de la visión intuitiva.

 Es a través del poder de la intuición búdica que los individuos son atraídos inicialmente a las enseñanzas de Gupta Vidya. Cuando se aprende un idioma, hay que tratar de hablar, cometer errores, corregirlos y, de este modo, ganar gradualmente fluidez. Si esto es cierto con el lenguaje ordinario, lo es mucho más con el lenguaje del alma. La intuición espiritual es como el fuego: solo mediante el uso de fuego real se puede encender el combustible, y dondequiera que se utilice el fuego real existe el riesgo de que se utilice mal. Esto es paradigmáticamente cierto con respecto al fuego prometeico de la mente, dado a la humanidad hace más de dieciocho millones de años. Todo neófito que quiera acercarse a los fuegos misteriosos debe estar preparado para asumir la plena responsabilidad del uso correcto del fuego del conocimiento. Cuanto más se tenga la cualificación adecuada para convertirse en chela, más se podrá asimilar y reflexionar profunda y pacientemente sobre las enseñanzas, y dotarlas de una relevancia vívida para la vida diaria. El fuego de Buddhi puede avivarse mediante el estudio, la contemplación y la práctica de la Gupta Vidya. Como afirma Krishna en el Bhagavad Gita: con el tiempo, el conocimiento espiritual surgirá espontáneamente dentro de uno mismo.

 Con el fin de liberar la memoria del alma y activar las facultades superiores, uno debe ser lo suficientemente afortunado como para haber llegado consciente y voluntariamente a la vida espiritual, no por motivos compensatorios, sino por amor y reverencia a la Sabiduría Divina y con un profundo anhelo de beneficiar a la humanidad. Solo aquellos que viven y respiran con benevolencia pueden evitar las terribles consecuencias de malversar las energías superiores al servicio de las inferiores, perdiendo así la gran oportunidad ganada bajo el karma de acercarse a las enseñanzas inmemoriales y a los auténticos Maestros espirituales. Para tales buscadores que están impregnados de una profunda humildad y un profundo deseo de aprender por el bien de los demás, habrá una protección natural. Los verdaderos shravakas, o aprendices, podrán utilizar el método arquetípico desde el principio, en el que se procede desde arriba hacia abajo y desde adentro hacia afuera, y se enfatiza en cada etapa la asimilación constante del alimento mental y espiritual, a través de la práctica moral. No es necesario que haya parcialidad y desequilibrio, ni unilateralidad o sesgo, en la aprehensión y aplicación de la Gupta Vidya. Como señaló el Mahatma M,

 En nuestra doctrina encontraréis que es necesario el método sintético; tendréis que abarcar el todo - es decir, mezclar el macrocosmos y el microcosmos - antes de poder estudiar las partes por separado o analizarlas con provecho para vuestro entendimiento. La cosmología es la fisiología del universo espiritualizada, porque no hay más que una Ley.

 Para poder comprender el todo, hay que captar la continuidad fundamental de la evolución cósmica y humana, y establecer la propia conciencia en una corriente de compasión búdica y amor incondicional por todo lo que vive. Hay que aprender a ir y venir continuamente entre lo macrocósmico y lo microcósmico. Hay que esforzarse por ver la relevancia de la ideación universal en contextos específicos. Hay que intentar siempre tender un puente entre lo universal y lo particular en la conciencia despierta, para potenciar el bien, incluso, en situaciones muy imperfectas. La corriente búdica de la sabiduría hermética que brota de la Hermandad de Bodhisattvas puede ser de gran ayuda. Con una mente humedecida por la sabiduría y la compasión, uno puede volver una y otra vez en la meditación y el autoestudio para buscar las conexiones y correspondencias apropiadas entre el macrocosmos y el microcosmos. Si se aprovechan los ricos recursos de la Gupta Vidya, se debe captar su síntesis universal antes de intentar estudiar las partes por separado o de forma analítica. Esto significa que uno debe comprometerse en tapas diarias o ascetismo mental. En la Era de Acuario necesitamos renunciar a los modos arraigados de la mente inductiva y analítica, y sustituirlos por la habilidad cultivada en la concentración profunda, la imaginación creativa y la receptividad tranquila hacia la ideación universal. De este modo, uno llegará a comprender las conexiones entre los niveles más primordiales y abstractos y los más densos y diferenciados de la manifestación de la conciencia y la materia. La continuidad de la conciencia que se busca es, de hecho, un modo de reflejar la integridad metafísica de la unidad cósmica.

 Si uno puede aprender a dejar de lado la pseudo-inteligencia racionalizadora de la personalidad, entonces uno puede empezar a aprovechar la fuerza natural de Manas. Hay que aprender a tomar las ideas más simples y aplicarlas universalmente. La acción basada en la visión espiritual tiene una simplicidad moral que no puede ser comprendida ni imitada por la mente inferior. Durante mucho tiempo en la vida de cualquier discípulo, es sabio considerar la visión espiritual del tercer ojo como equivalente a la discriminación moral. Esto está ejemplificado de forma elocuente en la vida de Mohandas Gandhi, que fue hábil en encontrar potentes analogías entre la circulación de la sangre y la economía global o la salud psicológica. Quien despierta Buddhi puede tomar en serio la integridad del cosmos y deducir la sabiduría práctica. Uno puede aprender a percibir las conexiones vitales entre la salud mental y espiritual de los individuos y la sociedad en su conjunto, y aplicar estas percepciones a uno mismo.

 Si uno adquiere cierta destreza en este uso diario de la intuición búdica, pronto descubrirá que tiene sentido utilizar los mitos y símbolos de la Gupta Vidya como base para la meditación sobre la estructura y la función de la forma humana. Hay que aprender a contemplar la dimensión cósmica de la existencia humana y llegar a ser capaz de derivar de tal contemplación un sentido vital de santidad, plasticidad y potencialidad en relación con el cuerpo físico. Los grandes filósofos y místicos lo han hecho, pues ven en la forma humana la metáfora paradigmática de todo crecimiento. Han utilizado la analogía de la vista al hablar del conocimiento del alma y de la sabiduría espiritual, al referirse al ojo del alma y al ojo de la mente. Pero, incluso para apreciar esta analogía, hay que despertar en cierta medida a Buddhi. Al igual que uno difícilmente puede transmitir el funcionamiento de la vista y la percepción a una persona que ha nacido ciega, uno no puede comunicar fácilmente la naturaleza de la visión espiritual a aquellos en los que está totalmente bloqueada. Del mismo modo, difícilmente se podrían transmitir las emociones y los desafíos de la percepción mental a las personas con una visión mental poco desarrollada.

 Dado que la capacidad de aprehender las analogías es en sí misma un elemento esencial de la visión del alma y también conduce al despertar de la capacidad interior de la visión noética, siempre es prudente reconocer y admitir los límites y niveles de la experiencia humana. Si no se desarrolla realmente la perspicacia espiritual y mental, y no se saborea la dicha inefable de la auténtica visión mística, no se puede comprender, ni siquiera apreciar, el alcance y la gama de posibles experiencias cumbre. Debido al principio omnipresente de continuidad en el orden cósmico y en la naturaleza humana, existe la posibilidad siempre presente de trascender los límites de la experiencia conocida y compartida. Mediante el uso de analogías y correspondencias para pasar de lo familiar y limitado a lo desconocido y no limitado, se puede adquirir la suficiente habilidad en el arte dialéctico para someter la mente y absorberla en la conciencia pulsante del corazón espiritual. En un sentido místico, uno puede hacer que la mente sea completa y alistarla al servicio del corazón, al tiempo que hace que el corazón sea inteligente y fuerte.

 Para alcanzar un estado de conciencia espiritual elevada y de vigilancia, compasión y receptividad sin esfuerzo, es esencial reconocer y eliminar las discontinuidades persistentes en la conciencia. Las conocidas lagunas entre el sueño y la vigilia, entre el sueño y el sueño profundo, entre las fantasías efímeras y los compromisos duraderos, están relacionadas con lesiones en las vestiduras sutiles que inducen una fragmentación y distorsión de las percepciones espirituales. Uno debe identificar pacientemente estas deficiencias, buscar sus causas de raíz e iniciar un curso apropiado de ejercicios correctivos. Mientras tanto, es preciso establecer y fortalecer una corriente continua de ideación profunda sobre los ideales, principios y objetivos más elevados concebibles y relevantes para el futuro de la humanidad. La mente y el corazón pueden fundirse a través de una ardiente devoción a los ejemplares Bodhisattvicos de continuidad de conciencia en el servicio incesante de toda la humanidad. A través de este mismo intento, incluso los enfermos pueden curarse lentamente y buscar el satsang, la compañía de los sabios, que pueden ayudar a nutrir la semilla del bodhichitta, la potente resolución de despertar el Ojo de la Sabiduría en aras del bienestar universal.

por Raghavan Iyer
La Gupta Vidya III